Introducción


Historia de las Calles de Arroyito

INTRODUCCIÓN

“Adórnense las siguientes calles destinadas al corso: Esquina de Boetto hasta Victorero y una cuadra de Pérez Porto hasta confitería Colón”, decía el Decreto Municipal Nro. 14, de fecha 12 de febrero de 1926. Era evidente que no se había avanzado mucho en la nomenclatura catastral. Bueno es aclarar también, que la Municipalidad era de reciente existencia, la misma se había creado en 1923, y fue función de sus intendentes, Comisionados y Miembros del Honorable Concejo Deliberante, comenzar a darle nombre a cada una de las calles que paulatinamente se abrían en este Arroyito que, de a poco. le iba ganando espacio al campo, y las nuevas casas tomando protagonismo entre ese rancherío que era esta localidad a fines del siglo XIX.

No faltaron, como en casi ningún poblado de la República Argentina, las tradicionales calles San Martín, Mitre, Belgrano o Sarmiento recién después la inclinación comenzó a ser la de recordar a personalidades locales, los que sin llegar a ser verdaderos próceres, pasarían casi a serlo inmortalizados en el nombre de una calle.
Mención aparte merecen las que ya no existen así es que ya ni se sabe cuál era la calle Maipú, o las que cambiaron de nombre, como la Avenida Julio A. Roca. que era el antiguo camino a La Tordílla la Avenida Libertad, que pasó a llamarse Illia la Av. San Luis que se transformó en Pontin la calle Santiago del Estero en Erb la Santa Fe en Liendo o la Córdoba en Batalla. La Costanera del Rio Xanaes se llamó inicialmente John F. Kennedy, luego se le agregó el de su hermano. quedando el nombre como John F. y Robert Francis Kennedy, aunque actualmente se llama Juan D. Perón. En el sector sur estaba la calle Bernardo Erb. Que tiempo después se llamó Rosalino Cuello y la Marcelino Bernardi, que se remplazó por Manuel Trillo. El Bulevar por donde pasaba la Ruta 19, que se llamó primitivamente Marcelino C. De Loredo (un Decreto Municipal del año 1929 lo confirma), luego se lo cambió por el de Eva Perón; nuevamente Loredo después de la caída de Perón, y otra vez modificado por el de Fulvio Pagani, cuya proceridad nadie se atreve a cuestionar.
Por otro lado no hay que dejar de tener en cuenta que Arroyito en la primera mitad del siglo XX, que es cuando transcurren las vidas de la mayoría de los personajes de este libro, era una pequeña comuna de un poco más de un millar de personas. Esto queda evidenciado en el hecho de que existían innumerables ejemplos de parentescos entre las familias que habitaban el lugar. Así, Rafael Bianchi era el padre de Alemanno Bianchi y tío de Ismael. Por su parte este último era cuñado de Renato Caturelli, tío político de Julio Taborda Vocos y suegro de Bahllat Hubaide, quien a su vez era hermano de Amin Hubaide, casado con María Teresa Navarro, descendiente y familiar directo de Osvaldo y Pedro Navarro, cuya madre era Pilar Urquía, nieta de José Ignacio Urquía, fundador de la Capilla Histórica. José A. Vocos era suegro de Vicenta Ríos de Vocos. José Boetto era el padre de Ricardo y de “Pochola”, quien se casó con un hijo de Gregorio Caréto. Un hijo de Baltazar Dalle Mura se casó con una hija de Rafael Bianchi. La nieta de Domingo Ciancia se casó con un hijo de Antonio Ballatore. José Quintela y Angel Pérez Porto eran cuñados, al igual que José Carabajal y Ramón Cabrera, y que Ignacio Ripoll y José Ciriaco Juárez; y así podríamos seguir entablando parentelas.

Que existan en Arroyito las calles Italia y España, no hacen sino homenajear a todos aquellos inmigrantes que alguna vez llegaron del viejo continente y adoptaron estas tierras como su segunda patria. Así vinieron alguna vez de Italia Francisco Audenino, Antonio Ballatore, Ismael y Rafael Bianchi, José Boetto, Domingo Ciancia, Marcelino Bernardi, Baltazar Dalle Mura, Carlos Favari, Alfonso Lombardi y Modesto Maranzana. O de la madre patria, de donde arribaron los queridos y mal llamados “gallegos”, como Jesús Area, Nicolás Batalla, Conrado Diez, Juan Laiz, Pedro Mirada, Angel Pérez Porto, Amós Quijada, José Quintela, Camilo Rodríguez, Ignacio Urquía e Isaías Vargas.

De otras latitudes también llegaron, como los Hubaide y José Monte (República de Siria), Gregorio Caréto (Antillas Francesas), Bernardo Erb (Suiza) y Juan Fonti (Brasil).

El resto, pertenece a los hijos de estas tierras, o de otros puntos del país que adoptaron a Arroyito para vivir, teniendo esta población un marcado atractivo migratorio interno, lo que se ve aún más profundizado en los últimos tiempos.

Difícil es tratar de investigar cuándo fue que se designó cada uno de los nombres de las calles, algunos de los cuales aparecen como por arte de magia mencionados en algún documento, sin un precedente que nos dé alguna pista de cuando se produjo la imposición de ese nombre. Esto por un lado, y por el otro, porque mucha de esta información se perdió en un fatídico incendio que se generó en los archivos de la Municipalidad en los años 70.
Pero nadie podrá dudar, que en la historia de los personajes que se detallan en este libro, está gran parte de la historia de este Arroyito nuestro. Reflejar sus penas, sus alegrías. sus sacrificios. Sentir la emoción en el recuerdo de cada una de las personas consultadas para elaborarlo, enaltece sus figuras. No se cuestiona si los merecimientos de cada uno alcanzan para semejante recuerdo. Sólo se trata de un repaso de la vida de estos hombres, muchos de los cuales son mencionados a diario, basta con vivir a la vera de algunas de estas calles para que esto así suceda.